miércoles, 11 de enero de 2012

IDENTIDAD NACIONAL Y REGIONAL

Diversos analistas han señalado que el desarrollo histórico contemporáneo es el resultado de las tensiones entre la globalización y el tiempo-espacio fragmentado, en otros términos, en la tensión dialéctica dominación–dependencia que definen las conductas culturales, sociales y políticas actuales.

Es  conocimiento de todos que los Estados más fuertes imponen gustos, símbolos de prestigio, modas, tópicos ideológicos y morales, formas de vida y organización política sobre los países de menor desarrollo, y en otros casos, las potencias diseñan proyectos de dominación y control. Podemos señalar entonces que la afirmación de las identidades culturales es una respuesta anticolonial.

“El factor cultural y de conservación histórica de los propio ejerce un papel decisivo en toda lucha de resistencia”[i]

Actualmente toda la logística capitalista neoliberal tiende a disolver las iniciativas singulares y los valores diferentes de los pueblos, por esta razón la necesidad de encontrar las identidades, que tratan de preservar la memoria y rescatar los troncos comunes, con la idea errónea de que las diferencias son heredadas y no construidas, como si fueran de por si y no producto de una decisión colectiva creada por la modernidad, la cual modifica la memoria colectiva y las raíces, concentrándose en lo inmediato, en el corto plazo, ”en los último” y “más nuevo”.

La identidad de las comunidades se fundamenta en las hazañas pasadas recogidas por la tradición. La tradición, entonces, es histórica y cultural, presentada como la marca de la personalidad y el carácter  de los sujetos. La historia y las culturas idénticas a si mismas, es también acumulación y corrección continua, siempre renovable.

Las identidades pueden servir para defender la integridad del grupo, comunidad o nación, cuando estas se ven amenazadas por una potencia invasora, que es capaz de cambiar y alterar las tradiciones, valores y usos de la comunidad. En este caso surge la necesidad de afirmar la cultura y la integridad del grupo o nación, para defender y rechazar lo ajeno, invasor y dominador.

1.    El problema de la identidad nacional

Antes de abordar el tema de la identidad regional es necesario referirnos a la identidad nacional, porque la región Tacna es parte de un país y como tal presenta una problemática común  a todas las regiones del país.

Existen diferentes formas de abordar el problema  de la identidad nacional, en nuestro país se ha planteado lo siguiente sobre la identidad nacional: la primera respuesta señala la existencia  de  la identidad nacional remontándose a los tiempos  de la emancipación, recogiendo el legado patriótico de los libertadores, fundamentado en el liberalismo, sin embargo algunos autores señalan que está muy frágil y ha estado amenazada por la  frustración y el fracaso. Esta afirmación puede ser corroborada actualmente con las aspiraciones de Loreto y Puno, que han amenazado reiteradamente en querer formar estados independientes; otra respuesta es que la identidad existe como tendencia, que viene del pasado y se encamina hacia el futuro, es decir ésta se encuentra en construcción; la tercera respuesta niega la existencia de la identidad nacional, señalando que ésta (la identidad) es una especulación, ya que no existe un denominador común  de identidad y de un principio integrador; la cuarta respuesta señala que la identidad es una utopía andina, haciendo referencia a un retorno a lo andino, a su cultura ancestral.

“Pero la cuestión de la identidad cultural es esencialmente un falso problema y una cuestión erróneamente planteada”[ii]

Creemos que la identidad está en proceso de construcción, no porque no exista elementos fuertes de cohesión, sino porque “la identidad se proyecta, se crea, se desarrolla y se renueva; por ultimo se diluye en un mar de contradicciones para empezar de nuevo”[iii]. Creemos además, en la construcción de una identidad nacional integrando las diversas identidades regionales y particulares de nuestro país.

“El problema de la identidad nacional peruana, es un  falso problema, porque no existe una  nacionalidad peruana que nos pueda contener a todos los que habitamos este territorio de desconcertadas gentes. Somos apenas cohabitantes, vecinos forzados, compañeros de una circunstancia que no buscamos y no de un común destino” [iv]

Buscar en el Perú una sola identidad no es una solución a  los problemas que enfrentamos, lo que  debemos hacer  es buscar las identidades de las diversas regiones que conforman  este  Estado multinacional que  llamamos Perú.

2.    La  importancia  de la identidad  cultural regional

La cultura juega un papel importante en el desarrollo de un territorio, a tal punto que muchos pueblos y lugares en Europa y en A. Latina han apostado por una revalorización de la cultura, de la identidad (recreando incluso nuevas identidades culturales) y el patrimonio como eje de su propio desarrollo.

“El desarrollo local se ha convertido en el nuevo activador de las políticas de patrimonialización. Mientras la sociedad de los lugares se convierte en la sociedad de los flujos, parece como si los lugares se hayan involucrado en una obra de construcción identitaria, que privilegia la dimensión local o ciudadana por encima de las nacionales, estatales y globales. La identidad es el viejo territorio del patrimonio y no es de extrañar que entre los objetivos reconocidos por la mayor parte de actuaciones patrimoniales que se realizan en estos ámbitos, figure la (re) construcción de las identidades locales”[v]

Esta recreación o potenciación de la identidad, no sólo puede revivir, volver a poblar áreas rurales, despertar interés en una población apática, lograr cohesión social, sino que además puede desencadenar actividades económicas y con ello mejorar los ingresos y la calidad de vida de la colectividad.

Además de lo señalado anteriormente la identidad cultural regional permite consolidarnos como nación peruana discutiendo los alcances del multiculturalismo e interculturalidad. El primer remite a la convivencia respetuosa en un mismo espacio de personas identificadas con culturas distintas; y el segundo, plantea acciones de política que permitan el dialogo entre las culturas, su permanente interacción sin excluir el conflicto, aunque si el antagonismo.

 “Cometimos durante un tiempo el error de supervalorar lo que nos une en el Perú y el de subestimar los factores  de desintegración” [vi]

Si en realidad queremos encontrar y construir una verdadera identidad para Tacna no debemos negarnos a una total redefinición de la Tacna actual. Los que piensan actualmente que la identidad es la comunidad de raza, de sangre, de idioma, o de intereses económicos de su población están totalmente equivocados, pueden en un  espacio geográfico converger razas, idiomas, y sangres, pero entre ellos debe existir un norte en común que permita el desarrollo integral de la región.

“De todos modos no son una novedad en la historia la coexistencia sobre un mismo territorio de poblaciones de las más diversas procedencias” [vii]

Para Basadre, entonces, no eran ajenas las diferencias culturales existentes en una región, lo que si debemos tener en cuenta en la actualidad son los objetivos comunes como región, objetivos que nos permitan logra el tan ansiado desarrollo de Tacna.

3.    El nuevo entendimiento de la identidad regional tacneña

En los últimos años nos hemos encontrado con una contradicción sobre mantener la tradición o ingresar a la modernidad y desechar la tradición. Tacna como sociedad que  accede a la modernidad presenta serios cuestionamientos a la tradición, que es entendida como ideas, doctrinas, prácticas, rituales, costumbres, expresiones folklóricas que se conservan en un pueblo y son transmitidas de generación a generación por diversos medios y formas.

“La identidad cultural no es nunca, por consiguiente, algo fijo, sino un proceso y una historia pretérita, pero también futura. Las identidades están abiertas y no son nunca cerradas, son perpetua creación y modificación” [viii]

En este punto nos interrogamos si: ¿Es necesario mantener la herencia cultural de manera invariable? o ¿Debemos fundar nuestra identidad en la tradición andina o simplemente debemos desaparecerla?  La respuesta tal vez la podamos encontrar en el pensamiento filosófico de Karl Popper quien refiere que el apego a las costumbres, que motivan actitudes que no cuestionamos, es denominada como tradición no crítica; la ubicación frente a la tradición para rechazarla, aceptarla o vivir con ella luego de alguna forma de arreglo es denominada como tradición crítica.

“La identidad de los grupos y naciones no es nunca una entidad fija e inamovible que hubiera aparecido sin más, mágicamente, un buen día, para definir los rasgos centrales de un grupo o de una nación, sino que siempre los grupos, las naciones y culturas han estado y están sometidas a intensas influencias y mezclas. Todas las identidades culturales y nacionales son dinámicas y están en continua metamorfosis”[ix]

En este sentido si los tacneños asumimos la tradición no crítica nos colocaríamos como una sociedad que no reflexiona, falto de creatividad y  rutinaria, en los términos de Basadre seriamos los congelados.

“…la cuestión de la identidad cultural sostiene, sin confesarlo, la idea  de un fin de la historia, es decir, lleva implícita la noción de parálisis cristalización del propio movimiento histórico, de la propia aventura humana e histórica” [x]

De otro lado al asumir la tradición crítica nos acercaría a la modernidad, entendida como un  discurso racional y una actitud  mental, creando y recreando la cultura, permitiéndonos llegar a la modernización, la cual se entiende como el aumento de la productividad, como consecuencia de la innovación tecnológica.

Colocados en este punto un nuevo problema se avizora ¿A qué debe acceder primero, la modernización o la modernidad? Bajo la propuesta de Amartya Sen, desatacado economista de la India, creemos que es necesario primero potencializar al hombre, es decir logar la modernidad.

“Ninguna identidad cultural ha surgido de la nada y siempre es el desenlace de una combinación dinámica de experiencias diferentes sensibilidades, hechos históricos, éticos, estéticos que se suman y mezclan para hacer posible la expresión relativamente coherente de un grupo, de una sociedad, de una nacionalidad, en un momento del tiempo, en una época, y que continua inexorablemente transformándose y recibiendo otras influencias”[xi]

Debemos tener mucho cuidado en tratar de no mantener una identidad regional inamovible y eterna, si esto fuera así, estaríamos condenados al retraso y la desaparición en un mundo dinámico y cambiante.

Lic. Florentino Arpa Calachua

[i] Flores Olea, Víctor. Crítica de la globalidad. Fondo de cultura económica. México 1999. v.p. 415
[ii] Idem. v.p. 416
[iii] Panty Neyra, Oscar. Enfoque Liberal en  la Historiografía del  Extremo Sur  Peruano.   Ediciones  Tercer Milenio. Editorial e Imprenta “Educa” Tacna 2005. v.p. 97
[iv] Tamayo Herrera, José. Historia social e indigenismo en el altiplano. Ediciones treintitrés. Lima 1982. v.p. 45 - 46
[v] Carles García (2002), “Patrimonio etnológico, cultura y memoria”, www.rural-europe.aeidl
[vi] Basadre, Jorge. Perú, Problemas y  Posibilidades, algunas reconsideraciones 47 años después. v.p. 325
[vii] Yepes del Castillo, Ernesto. Memoria  y  Destino del Perú. Jorge Basadre. Textos Esenciales.. Fondo Editorial del Congreso  de  la República del  Perú. Lima 2003. v.p. 259
[viii] Flores Olea, Víctor. Op. Cit. v.p. 417
[ix] ibidem
[x] Ibidem
[xi] ibidem

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo con la dicha frase:”la identidad se proyecta, se crea, se desarrolla y se renueva; por último se diluye en un mar de contradicciones para empezar de nuevo”; porque es algo que llevamos desde siglos atrás (antigüedad)y tenemos que seguir llevándolo ,creando y renovando cada día mas hacia el futuro ,en los últimos años nos hemos encontrado en una contradicción sobre mantener la tradición o ingresar la modernidad y desechar la tradición ,algo que no debería suceder; más bien tendríamos que aportar más para que eso no ocurra y así nuestra identidad nacional se mantenga.

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